Esta novela
llegó a mis manos por medio de un sorteo que el grupo #SoyYincanera organizó.
Enseguida me animé a participar en el mismo porque conozco la trayectoria de la
autora, de la que he leído un par de novelas y pensé que era una buena
oportunidad de verla en otro "formato" sin dejar de perder su
peculiar estilo.
Lo que sí
que he lamentado mucho es el no haber podido participar en la Lectura
Simultánea que se organizó después, pues mi ordenador sufrió una avería que me
trajo por el camino de la amargura, ya que estuvo en el taller dos semanas.
Aunque aproveché ese tiempo para leer la novela, apenas pude participar en la
Lectura en Twitter, ya que entraba a ratos y con prisas y esas no son formas.
Datos técnicos:
Titulo
original: Hag-Seed
Autora:
Margaret Atwood
Núm. de páginas: 336
Encuadernación:
Tapa blanda
Primera edición: Enero de 2018
Primera edición: Enero de 2018
Editorial:
LUMEN
Lengua:
CASTELLANO
ISBN:
9788426404404
La autora:
Margaret Atwood, nacida
en 1939 en Otawa y licenciada en la Universidad de Toronto, Margaret Atwood es
una de las escritoras más prestigiosas del panorama internacional.
En 2008 fue
galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y su nombre ha
aparecido a menudo en la lista de candidatos al Premio Nobel.
Tiene en su haber
más de treinta volúmenes de poesía, numerosas colecciones de cuentos y quince
novelas, entre las que destacan Nada se acaba (1979), que Lumen publicó en
2015, El cuento de la criada (1983), recientemente adaptada a la televisión en
una serie de mucho éxito, La novia ladrona (1994), Alias Grace (1996), El
asesino ciego, que en 2000 ganó el prestigioso
Booker Prize, la colección de ensayos titulada La maldición de Eva y los
volúmenes de cuentos Erase una vez y Un día es un día, publicados por Lumen.
La
semilla de la Bruja es la novela más reciente de la autora y forma parte de un
ambicioso proyecto que se propone recrear las obras de Shakespeare, en el que
participan Anne Tyler, Jeanette Winterson, Jo Nesbo y Tracy Chevalier, entre
otros nombres conocidos. Atwood eligió La Tempestad, y así nació La semilla de
la Bruja, una espléndida puesta al día de un clásico universal.
Sinopsis:
Es
un lunes cualquiera de enero, y Félix pasa el control de seguridad para acceder
al centro correccional Fletcher. Los guardias lo miran con simpatía y benevolencia;
para ellos, ese hombre solo es el señor Duke, un cincuentón que en sus ratos
libres se dedica a organizar funciones de teatro con los reclusos. El autor
elegido siempre ha sido Shakespeare, y este año el profesor les propone La
tempestad.
Félix
accede sin problemas al recinto de la cárcel, llevando consigo algo muy
peligroso pero imposible de detectar por un escáner: son las palabras, aún
vivas, robustas, sonoras, de una obra en la que la venganza viaja a través del
tiempo y se instala en el presente. Ensayo tras ensayo, los actores convierten
la obra en un asunto muy personal. Ahí descubren algo de sí mismos que no
sabían, pero hay más: Félix ese profesor terco y a veces aburrido, el día del
estreno de la obra también podrá vengarse de quién le arruinó en el pasado.
La
fuerza de las palabras: en eso confía Margaret Atwood al entregarnos La Semilla
de la Bruja, que nos invita a creer en el poder de la buena literatura para
redefinir nuestro destino.
Mi opinión
Felix
Phillips, afamado Director Artístico del
Festival de Teatro Makeshiweg, se encuentra preparando la puesta en escena de
la adaptación de la obra de William Shakespeare La Tempestad, cuando su
ayudante le da una estocada mortal y se lo quita de en medio.
Esta reseña participa en la iniciativa:
Felix, que
estaba atravesando un mal momento en su vida particular tras la muerte repentina
de su hija Miranda, de tan solo tres años, no resiste la presión de este nuevo
revés y, literalmente, se aparta del mundo, retirándose a un alejado lugar
perdido en el mapa donde vivir alimentar su rencor y su deseo de venganza. Para él solo hay una palabra “vendetta” y
centra todo su coraje en llevarla a cabo.
"Qué bajo ha
caído. Qué humillación. En qué poco se ha quedado. Sobreviviendo a duras penas,
malviviendo en un cuchitril, ignorado en un lugar olvidado; mientras Tony, ese
mierdecilla pomposo que es pura pose, se codea con los grandes y traga champán
y engulle caviar y lenguas de alondra y cochinillo, y asiste a galas y disfruta
de la adoración de su camarilla, sus lacayos, sus aduladores… Que en otro
tiempo adulaban a Felix.”
Una vez
transcurrido el tiempo, viendo que para seguir subsistiendo necesita trabajar,
se crea una identidad falsa, Señor Duke, y como tal ha accede a un trabajo como
Director del aula de teatro en el Correccional Fletcher, a tiempo parcial. Esta
actividad a la vez que le saca de su confinamiento, le inyecta un soplo de
vida. El trabajo consiste en dirigir la adaptación de una obra de teatro,
siempre de Shakespeare, que los presos preparan y representan en su totalidad
una vez al año.
La novela
tiene dos tramas: por un lado, conoceremos íntimamente Felix en su día a día y,
por otro, le veremos actuar como Sr. Duke, ejerciendo su profesión como
director del aula de teatro en el Correccional Fletcher, en el que vemos como
ejercita con gran éxito sus cualidades artísticas, consiguiendo hacer de los
reclusos consumados profesionales de la interpretación.
Con el paso
de los años Félix parece haberse hecho a su rutina. Disfruta en el
correccional, con los internos y van pasando los años. Hasta que, casualidades
de la vida, se entera que sus viejos "amigos", aquellos que lo
traicionaron (su mano derecha por un lado y el que colaboró con él en hacer
aquello posible), van a visitar el penal y asistir a la representación de los
reclusos.
Entiende que
es el momento y que la obra elegida para ese momento no puede ser otra que La
tempestad. Y pone manos a la obra y todos los sentidos para que sea la mejor de
su vida y la oportunidad de vengarse que lleva esperando más de una década si
los "hados" le son favorables.
Os puedo
asegurar que todo el proceso es todo un espectáculo, pero mucho más cuando
comparas esta historia con la obra en la que se basa. Porque son un calco que
trasciende más allá del tiempo y el espacio. Y ser consciente de ello te lleva
a sentir un pellizco de respeto absoluto por esta autora, capaz no solo de
rendir el mejor de los tributos al dramaturgo inglés, sino que nos sintamos
profundamente agradecidos por leer una novela de tal calidad literaria.
Así que
ahora solo quiero remitiros a la novela, porque si disfrutáis de ella una
décima parte de lo que lo he hecho yo, os podéis sentir plenamente satisfechos.
Esta reseña participa en la iniciativa: